La razón de que los nórdicos protagonizaran los rallies era que estaban más acostumbrados a pilotar sobre superficies más complicadas y deslizantes, como la tierra o la nieve. En 1957 se había dado un primer paso, pero en 1965 nació el Anexo J creado por la FIA, donde se establecieron de manera clara el tipo de vehículos permitidos, con sus consiguientes grupos y clases que se definían en función de su preparación.